miércoles, 25 de enero de 2012

El gremio del pirata


Con el cierre de Megaupload y los proyectos de ley SOPA y PIPA, la libertad virtual se ve amenazada. ¿Quiénes son Anonymous? ¿Cómo seguirá la World War Web?
Es de una obviedad vulgar postular que Internet ha cambiado a la humanidad. Si en el pasado las eras de la historia se delimitaron por descubrimientos de continentes, las máquinas a vapor, la llegada del hombre a la Luna o la caída del muro de Berlín, el punto de quiebre de la última parte del siglo XX fue, sin dudas, la introducción de la Red de Redes.
Prácticamente, no hay aspecto de la vida cotidiana, personal o profesional, que no pase por Internet: la correspondencia, las compras, las charlas, las películas, la música, las noticias, etc. El hecho de que usted esté leyendo esta nota es evidencia suficiente de la magnitud de la Web.
Sin embargo, la masividad y el anonimato de Internet siempre fueron un arma de doble filo. Esta desenfrenada libertad dio un refugio a ciertas actividades ilegales graves (pornografía infantil, foros para iniciarse en la anorexia, apología del delito, entre otras cosas), por lo que un control sobre la Red siempre estuvo en la idea de los gobiernos mundiales y varias empresas gigantes.
Con la evolución de la Web en su versión 2.0, donde el usuario ya no se limitaba a recibir información y contenidos, sino a generarlos, las cosas empezaron a ponerse oscuras para cierta gente. Ya no era posible filtrar u ocultar información indeseada, ni proteger productos vulnerables a la copia. Blogs, redes sociales, YouTube, P2P. Palabras que amenazaron al establishment y lograron ponerlo lo suficientemente nervioso como para tratar de censurar la Red, ya que detenerla era, a esta altura, imposible.
El primer golpe que encendió la señal de alarma en la industria fue un programita llamado Napster, creado por un adolescente de 18 años, que permitió compartir de forma gratuita millones de canciones en formato MP3. Las discográficas y algunos artistas vieron peligrar sus ganancias. Cuando estas redes, llamadas P2P, se desarrollaron aún más y a las canciones añadieron películas, libros, manuales y demás artículos otrora pagos, sobrevino el terror de los capitalistas. Esto empeoró cuando apareció la descarga directa (ya no había que bajar programas, sólo hacer un click) con hostings como Megaupload o el servicio online de streaming (como YouTube, Cuevana o grooveshark) donde ni siquiera había que bajar los archivos a la computadora, sino que podían verse desde cualquier equipo conectado.
Entonces, tenemos una red donde cualquiera puede decir libremente lo que piensa sin temor a censuras ni reprimendas y compartir (o "piratear", según las malas lenguas) discos, películas, libros, revistas y fotografías de cualquier tipo. ¿Cómo podemos hacer para regularla? Tal fue la incógnita que mantuvo durante una década en vilo a los altos mandos empresariales y gubernamentales.
Finalmente, el 26 de Octubre de 2011, Lamar Smith, miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, presentó un proyecto de Ley llamado SOPA (Stop Online Piracy Act o Acta de cese a la piratería en línea), que permitiría que tanto el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, como los propietarios de derechos intelectuales, puedan obtener órdenes judiciales contra aquellos sitios de Internet que permitan o faciliten la violación de los derechos de autor.
Apenas divulgado el proyecto, un gran número de internautas se opusieron al mismo, ya que significaría la pérdida de la libertad y la aplicación de la censura en la Web. De acuerdo a la Electronic Frontier Foundation (Fundación frontera electrónica), la utilización de servidores proxy que permitan saltar las restricciones impuestas por servidores locales dedicados a censurar contenidos, tales como los que se utilizaron en la primavera árabe, también pueden ser utilizados para acceder a contenidos con derechos de autor, y por lo tanto, pueden ser declarados ilegales por la ley SOPA.
En pocas palabras, esta ley convertiría a la Red en una versión restringida y vigilada de Internet, tal como sucede en la dictadura china.
Con la resistencia de los gigantes de Internet (Google, Facebook ,Twitter, Wikipedia) y mediante constantes protestas virtuales y marchas en las calles, la Ley SOPA fue, por el momento, derrotada. El 4 de enero de 2012 el Congreso de los Estados Unidos congeló el proyecto hasta conseguir consenso.
En lo que respecta a Megaupload, fue la demostración cabal de que el Gobierno norteamericano, mediante sus servicios de investigación, puede atreverse a censurar Internet por la fuerza, sin la necesidad de la Ley SOPA y actuando fuera de su territorio. Los servidores y empleados del servicio de hosting acusado de promover la piratería se encontraban en Nueva Zelanda, lo cual no impidió que los agentes federales norteamericanos irrumpieran en las oficinas y hogares de los trabajadores y los encarcelaran.
Una victoria y una derrota en lo que se dio a llamar la World War Web (Guerra Mundial de la Red), que deja el panorama en un equilibrio tenso. Sin embargo, los defensores de la Internet libre cuentan con un grupo llamado Anonymous, una elite acéfala de hactivistas (activistas virtuales) surgidos del foro 4Chan, que se dedican a utilizar métodos de terrorismo informático ante webs que ellos consideren que vulneran los derechos de los internautas o la utilizan de mala manera. Ya han desbaratado redes de pornografía infantil, denunciado pederastas y atacado las webs de empresas y organismos gubernamentales. En represalia por lo sucedido con Megaupload, impidieron el acceso a la página del FBI y distribuyeron para descarga gratuita el catálogo completo de las discográficas Sony y Universal.
Este grupo incluso a actuado en el país, cuando en junio de 2011, los senadores Miguel Ángel Pichetto (PJ) y Rubén Giustiniani (PS) presentaron un proyecto de ley para imponer el canon digital, fruto del lobby ejercido por SADAIC y CAPIF, entre otras entidades privadas que representan a autores y editores en el país. Anonymous inhabilitó por varias horas los servidores del Senado en la madrugada del 29 de junio, como protesta por el hecho. Finalmente, el proyecto retornó a la Comisión de Legislación General del Senado, donde sería analizado con mayor profundidad.
Siguiendo con las repercusiones locales de esta Guerra Virtual, la principal afectada por el cierre de Megaupload fue la web Taringa, famosa por ser la principal fuente de acceso a cualquier material pirateado y actualmente afronta un proceso penal por la distribución de libros de derecho. Como medida de precaución, la página se abocó más a su función de red social entre usuarios y borró de su home y categorías todos los post que contengan enlaces de descarga, si bien siguen estando disponibles por medio de su buscador.
Otra popular web que se vio en problemas fue Cuevana, que ofrece películas para ver online en alta calidad. Además de soportar intentos de bloqueo por diversas compañías (Telefé, Telecentro, iPlan, entre otras) que finalmente no prosperaron, la página tuvo que mudar todo su catálogo a otro servidor, dado que utilizaba principalmente Megaupload.
La polvareda aún está lejos de despejarse. Sin embargo, la resistencia virtual, que defiende la libertad de expresión y contenido en el último gran invento revolucionario de la humanidad, está lejos de querer rendirse.
Son horas difíciles, pero, tal como consigna la canción popular, "el gremio del Pirata es muy sacrificado".

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